lunes, 14 de marzo de 2011

Ya Basta en la memoria de La Marcha del Color de la Tierra


El camino se hace al andar

La Marcha del Color de la Tierra del 2001 para todos nosotros estuvo profundamente relacionada con el camino del movimiento “no global” y lo que de pocos meses sería la cita con las jornadas de Génova.

Vilma Mazza, por l@s de Ya Basta Italia

Padua, Italia. La imagen de las miles de bases de apoyo en filas en las calles de San Cristóbal de Las Casas, en medio de la neblina de la madrugada, despidiendo el transporte con los comandantes que van de salida rumbo a la capital junto a todos nosotros, “los internacionales”, es algo que nunca olvidaré.

Un saludo tras el cual se encontraba una apuesta colectiva: meterse en el juego para hablarles a muchos, para salir de las comunidades, de la vivencia propia, para confrontar a otros mundos y a otras realidades. Para poner a disposición la propia resistencia porque alrededor de ella y más allá de ella se puede construir algo más grande, algo común.

La Marcha del Color de la Tierra del 2001 para todos nosotros estuvo profundamente relacionada con el camino del movimiento “no global” y lo que de pocos meses sería la cita con las jornadas de Génova. Decidimos ser muchos en México con nuestros overoles blancos – como “monos blancos” – para dar cuerpo a un camino que nos habría de llevar, en los días de Génova, a construir un camino común para desobedecer a un orden global representado por los “grandes” de la Tierra y sus cumbres blindadas, y a enfrentar la violencia del poder que mató a nuestro compañero Carlo Giuliani.

Desde ese entonces han pasado diez años de grandes cambios. Vivimos en el tiempo de la crisis global, una crisis que es al mismo tiempo económica, ambiental, social, una crisis sin desarrollo. Vivimos el tiempo de la violencia de un sistema que trata de utilizar la crisis para reproducir un sistema que garantice cada vez más para los que ya tienen y cada vez más precariedad para todos.

Si tengo que reflexionar acerca de lo que La Marcha del Color de la Tierra nos dejó, acerca de lo que La Marcha del Color de la Tierra nos heredó hasta el día de hoy, pienso que hay que partir de lo profundo que significó: la elección de meterse en juego, a partir de una especificidad muy propia, y ponerse el problema de enfrentar la necesidad de una idea más general de colectividad. La conciencia de que no puede haber ninguna dimensión o solución específica que no construya un nuevo común para todos.

Desde Chiapas, cada etapa de la marcha fue una manera de encontrarnos y reflexionar junto a otros. Otros por color, por colocación social, por historia, por explotación, pero también otros por rebelión. Etapa tras etapa, conocimos una historia del México de abajo que ningún libro de historia cuenta.

Y todo eso sigue siendo lo que incluso hoy seguimos haciendo: investigar y buscar, convencidos de que nadie es autosuficiente, que ninguna de nuestras historias puede sola ser la clave del cambio, sino que es con la fuerza de la búsqueda de un común nuevo que sea al mismo tiempo resistencia y oposición, pero también construcción de una alternativa. Sólo con eso es posible dar vida al mundo distinto que tenemos que construir.

La Marcha nos hablaba y nos habla de la necesidad de enfrentar los retos, de abandonar nuestras fortalezas y seguridades para ir y estrechar a nuevas manos con la aspiración de construir, junto a miles de mujeres y hombres, un futuro distinto en nuestra tierra, la Europa que mira al mar Mediterráneo.

En ese entonces, esa mañana de niebla, durante la salida de San Cristóbal, nadie sabía qué sucedería después. Pero salimos. Y es precisamente eso de lo que se trata: de no tener miedo de emprender el camino, pues el camino se hace al andar.


http://desinformemonos.org/2011/03/el-camino-se-hace-al-andar/


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