El contexto social y político en Chiapas a inicios de los ochentas del siglo XX no se diferenciaba mucho de las circunstancias de cuando la revolución en 1910.
Los caciques seguían haciendo y deshaciendo a su antojo en todo el estado; su prioridad, la máxima ganancia que podían obtener por la explotación, despojo, discriminación y represión a los pueblos indígenas y campesinos de la entidad. La educación, vivienda, salud y bienestar social en general podía esperar.
La injusticia recurrente desarrolló en la población indígena y campesina un grado elevado de conciencia retomando la herencia milenaria de sus ancestros y con el ejemplo de dignas luchas en México y América Latina.
Consientes de que no había salidas intermedias las comunidades indígenas comenzaron a gestar entonces un proceso de formación y de relaciones muy diferente al individualismo capitalista que se les quería imponer y que significaba su olvido, su desaparición.
Todo ello aconteció en el anonimato para los de arriba, que como nunca se enteran de lo que ocurre abajo, proclamaban su entrada al primer mundo.
Es en 1994 que México y el mundo escuchan ese ya basta desde el Chiapas de abajo, que ahora no solo pedía sino que exigía sus derechos con valentía y decisión ilegitimizando al poder.
A partir de ahí el EZLN nos ha enseñado muchas cosas a la sociedad civil, la academia, las organizaciones, y a las diversas luchas que se dan por un mundo más justo y equitativo.
Nos ha enseñado a exigir nuestros derechos en un mundo en donde eso es visto como un delito, nos ha dado prueba que la autonomía es posible, de que el gobierno debe mandar obedeciendo, a no buscar el poder por el poder.
Nos ha mostrado a no tener miedo a la mirada y a la palabra del otro, del diferente; a repensar las cosas, a señalar al tirano.
Insubordinándose al poder, cuando parecía que el neoliberalismo se imponía sin remedio alguno, nos han dicho que otro mundo es posible, uno donde quepamos todos los mundos, que no se parezca al actual.
Nos ha expuesto el camino de la dignidad, de la lucha de mero abajo y de mero de izquierda, a no negociar los principios, a no claudicar, a no rendirse, a no venderse.
Como bien se nos ha mencionado anteriormente, más que esperar ansiosamente un pronunciamientos del los compañeros del EZLN, ahora son ellos los que esperan respuestas nuestras, procesos nuestros en los que se reorganicen las relaciones sociales en favor de democracia, libertad y justicia.
RADIO POZOL
DESDE LA OTRA TUXTLA
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